La electricidad (del griego ήλεκτρον elektron, cuyo
significado es ámbar) es el conjunto de fenómenos físicos relacionados con la
presencia y flujo de cargas eléctricas. Se manifiesta en una gran variedad de
fenómenos como los rayos, la electricidad estática, la inducción
electromagnética o el flujo de corriente eléctrica.
Tales de Mileto S VI aC fue el primero en observar los fenómenos eléctricos cuando, al frotar una barra de ámbar con un paño, notó que la barra podía atraer objetos livianos. Mientras la electricidad era todavía considerada poco más que un espectáculo de salón, las primeras aproximaciones científicas al fenómeno fueron hechas en los siglos XVII y XVIII por investigadores sistemáticos como Gilbert, von Guericke, Henry Cavendish, Du Fay, van Musschenbroek y Watson. Estas observaciones empiezan a dar sus frutos con Galvani, Volta, Coulomb y Franklin, y, ya a comienzos del siglo XIX, con Ampère, Faraday y Ohm. No obstante, el desarrollo de una teoría que unificara la electricidad con el magnetismo como dos manifestaciones de un mismo fenómeno no se alcanzó hasta la formulación de las ecuaciones de Maxwell en 1865.
Los desarrollos tecnológicos que produjeron la primera
revolución industrial no hicieron uso de la electricidad. Su primera aplicación
práctica generalizada fue el telégrafo eléctrico de Samuel Morse (1833), que
revolucionó las telecomunicaciones. La generación masiva de electricidad
comenzó cuando, a fines del siglo XIX, se extendió la iluminación eléctrica de
las calles y las casas. La creciente sucesión de aplicaciones que esta forma de
la energía produjo hizo de la electricidad una de las principales fuerzas
motrices de la segunda revolución industrial. Fue éste el momento de grandes
inventores como Gramme, Westinghouse, von Siemens y Alexander Graham Bell.
Entre ellos destacaron Nikola Tesla y Thomas Alva Edison, cuya revolucionaria
manera de entender la relación entre investigación y mercado capitalista
convirtió la innovación tecnológica en una actividad industrial.
Actualmente, el estudio del átomo ha revelado la existencia
de dos tipos de carga eléctrica en la materia:
- Partículas cargadas positivamente, como los protones (p+)
- Partículas cargadas negativamente, como los electrones (e-)
Por lo tanto la corriente eléctrica puede tener distinto
origen: puede tratarse de un flujo de electrones, de un flujo de protones o
incluso de un flujo de ambos moviéndose en direcciones opuestas.
Fenómenos de electrización:
Hoy en día se sabe que existen diferentes formas de cargar
un cuerpo, esto es, de electrizarlo:
- Electrización por frotamiento; se produce cuando se frotan materiales con distinta capacidad para retener electrones. Cuando este tipo de electrización ocurre, cada uno de los cuerpos que rozan queda cargado con cargas de distinto signo.
- Electrización por contacto; se produce cuando se pone en contacto un cuerpo con otro previamente electrizado. En este caso ambos cuerpos quedan cargados por cargas del mismo signo.
- Electrización por inducción; es un tipo de electrización que no precisa de contacto directo entre los materiales. Se produce cuando se acerca un cuerpo cargado eléctricamente a otro cuerpo neutro (que tiene el mismo número de cargas positivas que negativas). Entonces se produce una interacción eléctrica entre las cargas del objeto electrizado y las del cuerpo neutro, dando como resultado que la distribución de cargas se altera pues el cuerpo electrizado induce una carga con signo contrario en la parte más próxima del cuerpo neutro y por lo tanto lo atrae. En el diagrama abajo presente se muestra el procedimiento para electrificar un cuerpo por inducción. Observa que, de nuevo, la carga obtenida por este método es de signo opuesto del cuerpo cargado original.