La difracción es un fenómeno característico de las ondas,
éste se basa en el curvado y esparcido de las ondas cuando encuentran un
obstáculo o al atravesar una rendija. La mayor difracción se produce cuando el tamaño del agujero o del obstáculo son parecidos a la longitud de onda de la onda incidente. Estas propiedades de las ondas sirven para todas las ondas; desde las electromagnéticas (como la luz, o las ondas de radio o los rayos X) hasta las ondas de presión (sonoras) o las ondas en el agua o las producidas por los terremotos.
Las ondas luminosas poseen una longitud de onda muy pequeña (de 0,6
millonésimos de metros). Sabemos por experiencia que la luz se propaga en línea
recta y arroja sombras bien definidas. Por otra parte, las olas del océano
tienen una longitud de onda de varios metros. También sabemos que fluyen
alrededor de un pilote que sobresalga del agua y son poco afectadas por el
mismo. Estos ejemplos ilustran un hecho sumamente importante: las ondas son
afectadas por objetos grandes comparados con su longitud de onda. Frente a
objetos grandes las ondas arrojan sombras y parecen moverse en línea recta.
Pero las ondas son poco afectadas por objetos pequeños comparados con su
longitud de onda y pasan a través de tales objetos.
La longitud de onda de las ondas sonoras está a medio camino respecto a
los objetos que nos rodean, por lo que en general muestran un comportamiento
mixto. Las ondas graves (de longitud de onda grande) son capaces de eludir
objetos objetos ordinarios y por ejemplo dar vuelta una esquina. Por el
contrario los agudos tienden a propagarse en línea recta y arrojan sombras
acústicas. Sabemos por experiencia que los graves de un parlante se dispersan
en todas direcciones pero si salimos de la habitación donde está el parlante
perdemos las notas agudas.